De la influencia de muerte sin fin en la canción no dejes que… de caifanes

De la influencia de Muerte sin fin en la cancion “No dejes que… ” de Caifanes Se pide casi a gritos la divulgacion de la ciencia, pero, ? y la divulgacion filosofica? En nuestro pais no existe un Fernando Savater que se dirija a los adolescentes, no ha aparecido todavia un libro como Epistemologia para Cuauhtemoc; por eso hay que buscar la filosofia en los rincones y quitarle las telaranas.

La filosofia en el habla (los refranes), en la calle (los indigentes como gimnosofistas), en el Congreso (el discurso del comandante Tacho acerca de la Palabra), en los estadios de futbol (la manta: SOY TUZO, LUEGO EXISTO), en las canciones de Jose Alfredo Jimenez (asi hablo Nietzsche: “Los mas sabios han pronunciado siempre el mismo juicio sobre la vida: No vale nada”). En este ultimo aspecto, la filosofia en las canciones, trato de perfilar una nota al calce. “No dejes que… de Saul Hernandez forma parte del disco El silencio de Caifanes, publicado en 1992 por el sello BMG Ariola; la direccion y realizacion del mismo corrio a cargo de Adrian Belew, otrora miembro de King Crimson. La critica especializada habia destacado anteriormente las letras de Hernandez –“las metaforas”, “la profundidad”,el ambiente

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oscuro y denso”–, pero a nadie le importo ir mas alla de la estilistica. En mi caso, confieso sordera. No fue sino hasta despues de la desintegracion del grupo, y su posterior resurreccion como Jaguares, que encontre correspondencias con la filosofia.

Una tarde, intentaba leer Muerte sin fin de Jose Gorostiza, cuando mi joven vecino de a lado encendio su estereo a todo volumen. El rock retumbaba en mi casa acompanado por berridos de una voz adolescente. No solo no podia concentrarme, tampoco entendia nada. Cerre el libro; el vecino, la boca y se escucho: Cuando veo a traves del vaso Veo a traves del tiempo Donde los sentidos se dislocan Donde los temores se evaporan Y aprovecho para desdoblarme Para salir del vaso Con las paredes sudo tu rastro Con la memoria busco tu rostro Y no se por que No me importa saber por que

No dejes que Nos coma el diablo amor Que se trague tu calor Que eructe mi dolor (Se repite) Cuando veo a traves del humo Me voy volando y tu eres mi guia Entre los mundos nos haremos viejos Donde algun dia estaremos tranquilos Y no se por que No me importa saber por que No dejes que Nos coma el diablo amor Que se trague tu calor Que eructe mi dolor (Se repite) Sin pensar, vacio de mi, exclame: “? Es Muerte sin fin! ”. Un poema filosofico se habia colado a una cancion, a la radio, a discos de oro, a MTV, a conciertos masivos; en suma , le habia “llegado a la gente”.

Senti verguenza. La divulgacion filosofica toco a mi puerta muchas veces y yo no le abria. ?Como no darse cuenta antes, si lo tenia ahi, frente a mis orejas? Sali a la calle y ya no era el mismo. Miraba receloso a la gente con walkman, a la que maneja escuchando musica, a la que dice “llevar la musica por dentro”, a la que canta en la regadera. (Bueno, esto ultimo nada mas me lo imaginaba). ?Como es que oyen la tempestad y no se hincan? ?Cuanta filosofia no se habra desperdiciado por culpa de la cerilla mental? Un claxon sono. Senti verguenza.

Faltaba poco para convertirme en un misantropo. De vuelta a casa, lei Muerte sin fin pero esta vez desvie la lectura hacia “No dejes que… ”. Esta es la cronica de un extravio. Puse las manos a la obra de Gorostiza y lo lei de cabo a rabo. No contento, tome el ejemplar y lo exprimi buscando el ultimo significado hasta deshojarlo. Relei, pero esta vez teniendo de fondo a “No dejes que”. En seguida, escuche la cancion en varias ocasiones mientras repasaba las hojas. Cerre los ojos, guarde silencio y repeti la operacion varias veces.

Senalo todo esto por una cuestion de metodo, por si acaso alguien se interesa en un tema similar, y tambien para que no se me acuse de falta de rigor. Eso no fue todo, hubo cambios en mi regimen de vida. Obviamente ingeri tres litros de agua diariamente, reemplace las tazas por vasos, practique lucha libre para dislocarme algun sentido, convivi con fumadores (por aquello del humo), evapore mis temores en el bano sauna, y a pesar de tanto esfuerzo en las abdominales, no logre ni siquiera doblarme; eche de menos la ensenanza de un faquir para entrar y salir de un vaso.

Solamente con una ascesis previa logre el entendimiento. Entendi que la forma del vaso separa las aguas, que la transparencia de su cristal permite ver la claridad del liquido, que la idea se reconoce por su forma, que “Cuando veo a traves del vaso / veo a traves del tiempo”. Tambien comprendi que en Muerte sin fin: El vaso de agua es el momento justo. En su audaz evasion se trasfigura, tuerce la orbita de su destino y se arrastra secreto hasta lo informe. ?Mas que vaso el de Gorostiza! “Es un vaso de tiempo que nos iza”.

Quede embasado en primera y sin tirarle, atonito acolito de lo que leia. Sin bateador en home plate, triste por no poder robarme la base, volvi los ojos a la muerte, a Muerte sin fin y aparecio el viejo topico de la union de inteligencia y melancolia con la consecuente carga de desilusion “? Oh inteligencia, soledad en llamas, / que todo lo concibe sin crearlo! ”. Pero mis oidos se enfrentan a la vista, pues en la pieza de Caifanes el conocimiento sale sobrando, y no existe ningun problema. Si no se puede saber, no importa; antes que nada, la paz interior. Para que conocer si como quiera todo acaba igual? El valemadrismo se exalta como solucion ante las dudas. Y no se por que No me importa saber por que ?Que es lo que resta entonces? Solo permanecen los sentidos dislocados, los temores a vapor, la vaguedad del humo, el andar a ciegas con el amor como guia. ?Ah (suspiro) si no fuera por el amor! ?Pero que leo, que escucho (“? Tan-tan! ?Quien es? ”)? Huele a azufre azafranado (“Es el Diablo”). ?Que escribo? Es el conflicto entre Mefistofeles y Fausto, o en la version mexicana, el Chamuco y Macario. Ay, que ya no se ni lo que invento! ?Ay, que no me lleve que soy friolero! ?Ay, que se vaya todo al diablo como la muerte al final de Muerte sin fin! : ?Anda, putilla del rubor helado, anda, vamonos al diablo! ?Dona Ines, donde estais? He aqui un tenorio que se quiere redimir, no pide perdon de Dios, pero si vuestro amor. Solo el amor salva en “No dejes que… ”; el diablo se va donde fallo la filosofia. La redencion amorosa como ultima oportunidad. Ines, mas no Sofia, amparanos cada dia. Por favor, a quien me lea, un poco de bicarbonato para repetir junto con la ultima estrofa.

Por favor, dejenme ir acorde con el ultimo verso, “Que eructe mi dolor”; asi toda la cancion se vuelve entonces un eructo, una erupcion de las entranas, falta de respeto a las costumbres. No son necesarios los “ayes” del poema de Gorostiza ni tampoco excusarse ante los comensales. Las buenas maneras quedan atras, los cubiertos se dejan intactos en la mesa. La razon se hace a un lado, pero tambien los sentimientos. Solo sentidos, solos sonidos. En vez salir ruidosas y hediondas dando la espalda, las cacofonias del interior cuerpo se convierten en palabras. “No dejes que… es un eructo de Muerte sin fin. Es hora de la siesta. No nada mas se eructo un bocado de filosofia; tambien su estruendoso sonido irrumpe en la mesa. Los comensales se alteran, lamentan la falta de urbanidad; pero para eso un concierto en el estadio Azteca es la cura. Las guitarras electricas, las bocinas, las luces, las camaras, la mercadotecnia, las millones de firmas en blanco y los buenos deseos hacen olvidar todo, incluso la letra de canciones como “No dejes que… ”. Y en una de esas, en menos de lo que se cree, con una cancion se firma la paz. Nada cuesta sonar.