Carta de Jamaica

A pesar de este balance negativo, El Libertador expresa su seguridad y confianza en el triunfo definitivo de la causa patriota. Dice al respecto: «Porque los sucesos hayan sido parciales y alternados, no ebemos desconfiar de la fortuna. En unas partes triunfan los independientes, mientras que los tiranos en lugares diferentes obtienen sus ventajas, y ¿cuál es el resultado final? ¿No está el Nuevo Mundo entero conmovido y armado para su defensa? El suceso coronará nuestros esfuerzos porque el destino de América se ha fijado irrevocablemente. El Libertador considera la revolución de independencia como un hecho irrevocable, que no podía volver atrás, y que a pesar de los fracasos sufridos, terminaría con la victoria definitiva de causa independiente. Las consecuencias de este sistema fueron la escasez y los altos recios, y el desarrollo del contrabando, que en muchos casos fue superior al comercio legal. Todo esto tuvo su origen en la poltica económica de España, que durante Siglos se orientó a la búsqueda de metales preciosos y su atesoramiento y al monopolio 20F 12 comercial, descuidando la manufactura.

Estas podía satisfacer y cuyos beneficios tenían que pasar a manos de los nuevos países y de las naciones extranjeras que

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estuvieran en condiciones de atenderlo. En cuanto a la situación politica de España a la cual también hace referencia El Libertador en la Carta de Jamaica, era igualmente desfavorable ara la causa realista. En efecto con la restauración vino al trono Fernando VII, quien desconoció la Constitución de 1812 dictada por las Cortes españolas durante la guerra. Fernando restableció los privilegios y volvió al gobierno absolutista.

Estas medidas, unidas al malestar económico y al descontento que producía la guerra con las colonias, dio origen a un movimiento liberal revolucionario en España, que culminó hacia 1820 con la proclamación de la Constitución, el establecimiento de impuestos al clero y la nobleza, suprimió la inquisición y tomó otras medidas de clara orientación liberal. Este movimiento fue sofocado con la intervención de la Santa Alianza, que junto con el ejército organizado por la reacción española, aplastaron al movimiento liberal y restauraron el absolutismo.

A estas circunstancias aludía El Libertador en la Carta de Jamaica, al decir que España pretendía «reconquistar la América… casi sin soldados, pues los que tiene apenas son bastantes para retener a su propio pueblo en una violenta ob 3. En la Carta de Jamaica, 30F 12 ace un llamado a las los Estados Unidos. A Inglaterra, por su tradicional rivalidad con España por el control del comercio colonial. En muchas oportunidades glaterra trató de apoderarse de territorios coloniales españoles, y ayudó mil tar y económicamente a los colonos en sus intentos de independencia.

Además, siendo nglaterra la primera potencia industrial de su época, era la nación que con más propiedad podía servir las necesidades del comercio de los nuevos estados. En cuanto a los Estados Unidos, era de esperar que ayudaran al conflicto; pnmero, por ser un Pals vecino, que treinta años antes había conquistado su independencia y servido de ejemplo a las demás colonias americanas; segundo, porque les interesaba que se afirmara en América un sistema de estados independientes como arantía de su propia seguridad; y tercero, por los beneficios económicos que obtendrían al poder participar el comercio con nuevos estados.

Sin embargo, la politica tradicional de Inglaterra había cambiado con la entrada de obierno inglés retiró su España en la lucha contra PAGF40F 12 ayuda a los intereses de Inglaterra. En este sentido, El Libertador trataba de estimular el cambio, y ofrecía ventajas económicas a los ingleses y en general a todos los países extranjeros que ayudarán a la causa patriota.

En cuanto a Estados Unidos, su politica era de neutralidad en el conflicto de las colonias con España. Esta política en la práctica, favorecía al bando español, por la libertad de acción internacional que disfrutaba frente al aislamiento y a la falta de reconocimiento de los países hispanoamericanos. Y así lo habían denunciado los patriotas, desde comienzos del movimiento de independencia.

El enviado del gobierno de la Junta Suprema a Estados Unidos, Telésforo Orea, escrib[a al gobierno de Caracas lo siguiente: «Usted sabe muy bien que este gobierno, como todos los del mundo, no trata más quede su propio interés». En este caso, el interés del gobierno norteamericano era mantener su neutralidad en el conflicto y aprovechar sus elaciones comerciales con ambos bandos.

A estas cuestiones relacionadas con la ayuda exterior se refería El Libertador en las siguientes frases de la Carta de Jamaica: «La Europa misma, por miras de sana política, deberla haber preparado y ejecutado el proyecto de la independencia americana, no sólo porque el equilibrio del mundo así lo exige, sino porque éste es el medio legitimo y seguro de adquiriese establecimientos ultramarinos 12 colonias españolas dependía en gran parte de la situación internacional, de la correlación de fuerzas entre las potencias europeas.

Y la ayuda que buscaban los patriotas se justificaba, ntre otras, por las siguientes razones: primero, por las ventajas recíprocas que obtendrían los nuevos países y las naciones que los ayudaran, las cuales iban a conseguir un amplio mercado para el comercio y la colocación de los productos de su industria; segundo, por la incapacidad económica y política de España para mantener aquel inmenso imperio colonial; y tercero, porque la formación de los nuevos estados significaría un factor importante para equilibrio político internacional. . En la Carta de Jamaica, El Libertador señala las causas principales del movimiento emancipador. La Carta de Jamaica es, sin duda, uno e los primeros documentos en los cuales se analizan las causas de la independencia hispanoamericana. Tales causas fueron, según El Libertador, las siguientes: a) Políticas: Los hispanoamericanos estaban privados de derechos políticos.

Los colonos, dentro del sistema español, carecían de lo que El Libertador llama «el 6 2 derecho a ejercer la tiranía s privaba del derecho es relativo a la ciencia del gobierno y administración del estado. Jamás éramos Virreyes, ni gobernadores, sino por causas muy extraordinarias; Arzobispos y Obispos pocas veces; diplomáticos nunca; militares sólo en calidad de subalternos; nobles sin privilegios eales; no éramos, en fin, ni magistrados, ni financistas y casi ni aún comerciantes: todo contravención directa nuestras instituciones».

Es importante observar que El Libertador reivindica estos derechos al gobierno y administración de las colonias para la clase de los criollos, a los cuales caracteriza como «naturales del país originarios de España»; «americanos por nacimiento que disputaban sus derechos a los indios y a los dominadores españoles». El Libertador hablaba a nombre de los criollos, quienes constituían la «sociedad nueva en casi todas las artes y ciencias, aunque en cierto modo vieja en los usos e la sociedad civil».

La experiencia civil de que habla El Libertador no era la de los indios, ni siquiera la de los pardos, sino la de la oligarquía territorial que se formó al influjo de las luchas civiles de los cabildos, a través de las cuales se fueron definiendo sus 7 2 intereses V su conciencia un riguroso control de la navegación, mediante la autorización de ciertos puertos para el comercio. Además de esto, se prohibía la siembra de frutos europeos.

Se prohibía establecer en las colonias fábricas de paños y otros artículos, para que tuvieran que ser comprados a los comerciantes peninsulares. Toda esta política económica estaba dirigida a convertir la economía de las colonias en una economía complementaria de la economía española. A este respecto, El Libertador dice en la Carta lo siguiente: «Los americanos, en el sistema español… o ocupan otro lugar e la sociedad que el de siervos propios para el trabajo, y cuando más, el de simples consumidores, y aún esta parte coartada con restricciones chocantes: tales son las prohibiciones del cultivo de frutos de Europa, el estanco de las producciones que el rey monopoliza, el impedimento de la fábrica que la misma península no posee, los privilegios exclusivos el comercio hasta de los objetos de primera necesidad, las trabas entre provincias y provincias americanas, para que no se traten, entiendan ni negocien.. » 5.

En la Carta de Jamaica, El Libertador predice el futuro de los países hispanoamericanos, y opina sobre la forma de gobierno que debían adoptar. El futuro politico de los países hispanoamericanos es objeto de la preocupación del Libertador, quien al respe las siguientes cuestiones: 80F 12 ¿Debían las antiguas hispanoamericanos en una sola nación, no porque no fuera partidario de la unificación de Hispano América, sino porque «climas remotos, ituaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes dividen a la América».

En mismo párrafo, escribe lo siguiente: «Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Nuevo Mundo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tienen un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan deformarse» El Libertador era partidario, pues, de la unidad de los países hispanoamericanos, ligados entre si históricamente por el origen, la lengua, las ostumbres, la religión.

La paternidad de la idea de unir a América Española en un solo estado corresponde al Precursor Francisco de Miranda, quien en 1790 propuso formar con todas las colonias una monarquía bajo la autoridad de un Inca. En 1815, El Libertador descarta parcialmente estas ideas mirandinas: la vasta extensión del territorio, la diversidad de miento de regiones tan distantes, V, en para unir los países hispanoamericanos y asegurar su independencia.

Y encontramos también un antecedente directo de la creación de la República de Colombia, realizada a partir de 1 819 en el Congreso de Angostura. En efecto, El Libertador, al referirse al futuro de Venezuela y Nueva Granada, dice lo siguiente: «La Nueva Granada se unirá con Venezuela, si llegan a convenirse en formar una república central, cuya capital sea Maracaibo, o una nueva ciudad que, con el nombre de Las Casas, en honor de este héroe de la filantropía, se funde entre los confines de ambos países…