Barilko
Barilko gy micmilia 1 110R6pp 17, 2011 15 pagcs Actividad 2 La Literatura 1 La literatura es un arte, no es una ciencia ni una materia escolar. Expresa un sentido profundo y secreto de nuestra vida, nos recrea en nuestros momentos de OCIO y nos vuelve más inteligentes y sensibles ante lo que sucede en nuestro mundo y nuestro espíritu. 2_La literatura agrupa a una serie de obras y textos que son considerados por su sociedad como escritos de gran valor.
Por ejemplo un recorte de diario no tiene el mismo valor social que tiene una gran novela los diarios se usan se olvidan; en cambio una bella obra literari ris frecuentemente releí Sv. ipeto son siempre recorda s v s otecas y s grandes escritores en vlgencla. 3_Todos los hombres le dieron un lugar honorable a la literatura, esta pudo haber sido oral o escrita,los antiguos incas empleaban una hermosa literatura oral en sus ritos, religiosos y conmoraciones más importantes. En Europa del Renacimiento apadrinaban a los escntores brindándoles no sólo dinerosino también honores. Se dice que la literatura está muy involucrada en la vida porque aunque no la notemos, existe en los cuentos de miedos, en las leyendas que
Después que le desterrasteis Alcocer ganó por maña, y de esto al rey de Valencia un mensaje le llegaba: manda que le pongan cerco y que le corten el agua. El Cid sale del castillo, en campo abierto luchaba, enció a dos emires moros en aquella gran batalla. Cuantiosos, señor, han sido el botín y la ganancia, a vos, gran rey, Mio Cid este regalo os manda, dice que los pies os besa, os besa las manos ambas y que le tengáis merced, así el Creador os valga. » Díjole entonces el rey: «Aún muy poco tiempo pasa para que hombre desterrado, que del rey perdió la gracia pueda volver a acogérsele al cabo de tres semanas.
Pero por venir de moros tomo lo que me regala y me alegro de que el Cid logre tan buena ganancia. Y sobre todo lo dicho, os perdono a vos, Minaya, vuestros honores y tierras otra vez os sean dados, vuestro gusto salid y entrad, que estáis en mi gracia; mas del Cid Campeador no puedo deciros nada» 48 El rev permite a los castell el Cid castellanos irse con el Cid «Minaya, con todo esto algo me queda que hablar: de todos estos mis reinos podrán, si quieren, marchar hombres buenos y valientes y a Mío Cid ayudar.
Libres los dejo, y prometo no confiscar su heredad» El buen MinayaÁlvarFáñez las manos le fue a besar: «Gracias os doy, rey Alfonso, nuestro señor natural; esto concedéis ahora, otra vez cederéis mas. Siempre nos contentaremos, rey, con vuestra voluntad» Dl)ole el rey: «ÁlvarFáhez de esto ya no hay más que hablar. Marchad libre por Castilla, todos os dejen andar, y sin temor a castigo, al Cid iréis a buscar». 49 Correrías del Cid desde el Poyo.
Minaya con doscientos castellanos, se reúne al Cid Hablemos ahora de aquél que en buen hora ciñó espada. Ya sabéis que en una altura muy elevada acampaba, y mientras que dure el mundo, con gente mora o cristiana, el cerro de Mío Cid llamarán a esa montaña. Desde allí el Campeador muchas tierras saqueaba, todo el valle del Martín buenos tributos le paga. Hasta el mismo Zaragoza noticias del Cid llegaban, no les da gusto a los moros, firmemente les pesaba.
Allí estuvo Mío Cid por más de quince semanas: cuando vio el Campeador que se tardaba Minaya, con todos los que le siguen de noche se puso en marcha; el cerro y el campamento abandonados dejaba y más allá de Teruel el Campeador pasaba, hasta pinares cansar hasta pinares de Tévar a descansar no se para. Todas las tierras aquellas mucho que las saqueaba y ya también Zaragoza la tiene sujeta a panas. Después de hacer todo esto, al cabo de tres semanas ya ha llegado de Castilla ÁlvarFéñez de Minaya; trae doscientos caballeros que todos ciñen espada y no se pueden contar los de a pie que le acompañan.
Cuando ha visto Mío Cid aparecer a Minaya al correr de su caballo va a abrazarlo sin tardanza, en la boca le besó y en los ojos de la cara. Minaya le cuenta todo, no quiere encubrirle nada. La faz del Campeador sonrisas la iluminaban. «Gracias al Dios de los cielos, gracias a sus fuerzas santas, mientras que vida tengáis a mí me ira bien, Minaya». 50 Alegría de los desterrados al recibir noticias de Castilla Dios, qué alegre que se puso la hueste de desterrados porqueMinayaÁlvarFéñez ya de Castilla ha llegado, porque les trae noticias de sus parientes y hermanos y de aquellas compañeras que en su casa se dejaron! Alegría del Cid (Serie gemela) iDios, qué alegre que se puso el de la barba crecida de que allí en Burgos pagara AlvarFáñez las mil misas y de que noticias traiga de su mujer y sus hijas! Qué contento y qué grande su alegría s OF mujer y sus hijas! Qué contento estaba el Cid y qué grande su alegría! » ÁlvarFáñez, ojalá viváis aún muchos días. Más valéis vos que yo no. iQué misión tan bien cumplida! » 52 El Cid corre tierras de Alcañiz Pero no perdía el tiempo Mío Cid el bienhadado: a doscientos caballeros escógelos por su mano y a correr aquellos campos muy de noche se marcharon.
Esas tierras de Alcañiz yermas las iban dejando, por esos alrededores todo lo van saqueando. A su punto de partida al tercer día tornaron. 53 Escarmiento de los moros Pronto corrió la noticia por aquellas tierras todas, gentes de Monzón y Huesca estaban muy pesarosas; pero de que dieran parias se alegran en Zaragoza porque ellos de Mío Cid no temen ninguna cosa. El Cid abandona el Poyo. Corre tierras amparadas por el conde de Barcelona Con todo el botín aquel al Cerro tornando van, todos iban muy alegres porque han hecho buen ganar. Muy contento está ÁlvarFáñez, el Cid muy contento está.
Su proyecto di o lo puede callar: 0F «0[d, caballero a hablaros de verdad: el campamento se deje y sigamos más allá» Se mudó entonces el Cid hasta el puerto de Alucat desde allí se alarga a Huesca y luego hasta Montalbán. En aquella correría diez días fueron a echar. por todas aquellas partes la nueva corriendo va de que el Cid, el desterrado, está haciendo mucho mal. 55 Amenazas del conde de Barcelona Esos mensajes corrieron por aquellas tierras todas, por fin llega la noticia al conde de Barcelona de que Mío Cid Ruy Díaz le corre su tierra toda; mucho pesar le causó, por grave afrenta lo toma. 6 El Cid trata en vano de calmar al conde El conde era fanfarrón y dijo una vanidad: «iGrandes daños me está haciendo Mío Cid el de Vivar. Aquí en mi corte Rodrigo gran agravio me hizo ya porque me hirió a mi sobrino, sin quererlo reparar. Ahora saquea las tierras que bajo mi amparo están sin que yo le desafie ni haya roto su amistad. Puesto que él busca pelea yo se la iré a demandar» Muy grandes fuerzas tenia, a prisa llegando van, entre moros y cristianos muchos se juntan allá y por fin marchan en busca de MÍO Cid de Vivar.
Tres días con sus tres noches hubieron de caminar y a Mío Cid alcanzaron allá Tantos son, que sin esfuer le cogerán. esciende, al valle llegando está. Un mensajero del conde don Ramón le va a avisar. Mío Cid, cuando le oyó, este mensaje le da: «Decid al conde que esto no debe tomarlo a mal, de lo suyo nada llevo, déjeme marchar en paz» A lo cual repuso el conde: «Eso no será verdad. Lo de ahora y lo de antes todo me lo pagará y ya sabrá el desterrado a quién se atrevió a ultrajar» Se ha tornado el mandadero a toda velocidad. Entonces muy bien comprende Mío Cid el de Vivar que batalla con el conde ya no la puede evitar. 7 Arenga del Cid a los suyos «Mis caballeros, poned a resguardo la ganancia, luego a prisa preparáos, armáos de todas armas, orque el conde don Ramón nos quiere dar gran batalla, de moros y de cristianos mucha gente le acompaña, no nos dejarán tranquilos, si no es por lucha, por nada. Ya que tras nosotros viene, aquí sea la batalla: clnchad bien a los caballos y armáos de todas armas: ellos vienen cuesta abajo, sólo llevan puestas calzas, traen malas sillas caceras y las cinchas aflojadas; nosotros sillas gallegas y botas sobre las calzas.
Con sólo cien caballeros venceremos sus mesnadas, antes que lleguen al llano atáquenlos nuestras lanzas, por cada uno herido tres sillas se irán vaciadas. Verá Ramón Berenguer a quién quería dar caza oy en el pinar de Tévar por quitarle su ganancia». 58 El Cid vence la batalla Gana la espada Colada Todos están ya dispuestos ‘d así hubo hablado, las armas bien empuñada en los caballos. firmes en los caballos. Allá por la cuesta abajo ven las fuerzas de los francos y en el hondo de la cuesta, y ya muy cerca del llano, mandó que los atacaran Mío Cid el bienhadado.
Sus caballeros la orden cumplieron de muy buen grado; los pendones y las lanzas bien los iban empleando, hieren a unos, y a otros los arrojan del caballo. Ya ha ganado la batalla Mío Cid el bienhadado, allí al conde don Ramón por prisionero ha tomado, anó la espada Colada que vale más de mil marcos. 59 El conde de Barcelona, pnsionero. Quiere dejarse morir de hambre Así ganó esta batalla, a gran honra de sus barbas. Cogió al conde don Ramón y a su tienda le llevaba, a hombres de su confianza los mandó que le guardaran.
Le deja allí, y de la tienda al Campeador se marcha; por todas partes los suyos a juntársele llegaban. Muy contento que está el Cid, muy grandes son las ganancias. A MIZO Cid don Rodrlgo gran comida le preparan; pero el conde don Ramón no hacía caso de nada, los manjares le traían, delante se los plantaban, él no los quiere comer y todos los desdeñaba. No he de comer un bocado por todo el oro de España, antes perderé mi cuerpo y condenaré mi alma, ya que tales malcalzados me vencieron en batalla». 0 El Cid promete al conde la libertad Mío Cid Campeador bien oiréis lo que ahora dijo: «Comed, conde, de este pan, bebed, conde, de este vino de cautiverio saldréis si ha os digo, si no, en todos nuestros d ingún ser vivo». ningún ser Vivo 61 Negativa del conde «Comed, comed, don Rodrigo, tranquilo podéis estar, pero yo no comeré, el hambre me matará’ . Hasta pasados tres días no se vuelve el conde atrás. Mientras ellos sé reparten lo que hubieron de ganar o logran que coma el conde ni una migaja de pan. 2 El Cid reitera al conde su promesa Pone en libertad al conde y le despide Dijo entonces Mío Cid: «Conde, habéis de comer algo, que si no queréis comer nunca más veréis cristianos, mas si coméis a mi gusto, como os tengo mandado, a vos, conde don Ramón, y a dos de estos fijosdalgo de prisión os soltaré y saldréis de entre mis manos. Al oírlo don Ramón mucho que se fue alegrando. «Si vos, don Rodrigo, hacéis eso que me habéis hablado, por el resto de mi vida quedare maravillado» «Pues comed, conde, comed, y cuando hayáis acabado a vos y a dos caballeros la libertad he de daros.
Mas, de lo que habéis perdido y yo ganado en el campo sabed, conde, que no pienso devolveros ni un ochavo, que mucha falta nos hace y andamos necesitados. Cogiendo de vos y de otros hemos de irnos ayudando, y nos durará esta vida lo que quiera el Padre Santo, que eso le toca al que el rey fuera de su reino ha echado». Alégrase el conde y pide el agua para las manos, ya se la ponen delante, diéronsela sin retraso. Con esos dos caballeros por Mío Cid designados, comiendo iba el conde y come don Ramón de muy buen grado. Sentado está junto a él MI dado: «Conde, si no coméis bien o mandado,